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El refugio de los instrumentos tradicionales

Nos adentramos en un lugar donde es posible construir laúdes y arpas ibéricas, guitarras renacentistas y barrocas o vihuelas de arco o de mano

ARAGÓN CULTURA /
Rebeca Jiménez dibujando los contornos de un lazo de vihuela
icono foto Rebeca Jiménez dibujando los contornos de un lazo de vihuela

Una mañana de noviembre, atravesamos las puertas del Centro Formativo Arsenio Gimeno, en la calle Rosalía de Castro de Zaragoza. En el segundo piso, girando a la izquierda hay una puerta abierta. A través de ella se adivinan decenas de instrumentos en diferentes fases de construcción. No nos hemos equivocado, es la Escuela de Violería de Zaragoza.

Un lugar donde es posible construir laúdes y arpas ibéricas, guitarras renacentistas y barrocas o vihuelas de arco o de mano. Una escuela comprometida con la investigación, la preservación y la divulgación del legado de los violeros aragoneses y que cubre un espacio no atendido por las enseñanzas oficiales.

Allí nos espera Javier Martínez, su director, al que encontramos en plena faena. Está "cepillando" la cabeza y el clavijero de lo que será una vihuela de arco. La mesa está llena de virutas de madera y gubías de distintos tamaños. Cada una tiene su función y se usan desde el Renacimiento, cuando los violeros de Zaragoza tenían fama mundial.

Javier explica que, a diferencia de en otros campos, los violeros del siglo XXI han de estar en permanente contacto con el pasado: "Tenemos que mirar hacia atrás para progresar hacia adelante". Los instrumentos ya no se hacen a la luz de las velas, pero el proceso ha cambiado muy poco.

El taller y los violeros

El ambiente que se respira en un taller de violeros merece la pena. La viruta, la concentración, los sonidos y los silencios. Así, en otra de las estancias, una decena de personas, cada una en su mesa y con las mascarillas reglamentarias, trabajan concentrados en sus instrumentos mientras suena el nuevo disco de ‘El Mantel de Noa’.

Entre ellos está Cristian Mendoza, músico que entró en la escuela para arreglar sus propios instrumentos. Ahora construye un violín y relata que este oficio "es un arte". Francisco Dapena, originario de Medellín, llegó a Zaragoza hace unas décadas y uno de sus sueños era construir una guitarra. Ahora la está terminando y explica que "el cariño, la energía y el valor agregado que le pones a esto, hace que cambie tu concepto sobre la madera pelada y bruta". Tom ha llegado desde Brujas (Bélgica). Aprendió a construir instrumentos antiguos en Gante, pero quería venir a España porque "es el país de las guitarras". Es su tercer año en la escuela y ayuda a Javier Martínez con los alumnos.

Belén Gonzalvo destaca el trabajo de investigación que hay detrás de cada instrumento. Ahora está haciendo una vihuela de mano, una reproducción de un instrumento de Nápoles. A su derecha, Rebeca Jiménez lleva a cabo un minucioso trabajo: "Estoy dejando a punto un lazo, elementos que aparecen en los instrumentos de las pinturas. Nos fijamos en ellas e intentamos ser lo más fieles posibles a esta información".

Así se perpetúa el legado de la violería aragonesa, tan importante durante el Renacimiento que hoy conocemos gracias al trabajo de investigadores como el Pedro Calahorra en el siglo XVI, hasta llegar al del propio Javier Martínez en el XXI. Ahora, nos toca a nosotros porque, como apunta Martínez: "Una de las cosas más maravillosas que puede hacer un ser humano es construir un instrumento musical".

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Reportaje 'Escuela de Violería' en 'La Cadiera'
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