Los avatares del Patio de la Infanta de Zaragoza

El Renacimiento dejó una importante huella en Zaragoza, llegando a ser conocida como ‘la Florencia española’. Las familias adineradas zaragozanas deslumbradas por la belleza de la nueva arquitectura compiten por tener la vivienda más espectacular. Algunas de ellas se mantienen en pie en la actualidad y otras lamentablemente fueron derribadas.

El Patio de la Infanta es una pieza excepcional dentro del Renacimiento aragonés, que encarga el rico prestamista Gabriel Zaporta en 1550 con motivo de su matrimonio y es todo un alarde de su nueva posición social. Lo que pretendía este judío converso era subrayar su relación con el monarca Carlos V. El Patio es una joya de imaginería plateresca, habla de amor y astrología, de arte y esoterismo, de política e historia, y hacen de este lugar un universo fascinante.

El edificio llegó a finales del siglo XIX en estado de abandono y tras haber sufrido varios incendios, es derribado en 1903. Sólo se salvaron el patio y la portada, que fueron adquiridos por un anticuario francés y trasladados a París, donde permanecieron durante más de cincuenta años. En 1957, IberCaja los recuperó para la ciudad y en 1980, los instalaron en el interior de su edificio central.