Los territorios improbables de Pedro Torrijos

Lo que hacemos los seres humanos es construir. "Desde ese instante eléctrico en el que ponemos un pie en el suelo por primera vez pero luego resulta que debajo del pie hay una pieza de Lego que habíamos tirado antes desde la cuna, y entonces la cogemos y la encajamos con otra", escribe el arquitecto Pedro Torrijos en ‘Territorios improbables. Historias sobre lugares que casi no sabías que existían’ (Kailas, 2021).

Sus páginas sumergen al lector en un viaje por las historias que construyeron lugares tan extraordinarios que a menudo ni siquiera aparecen en las guías. Relatos pequeños y hazañas monumentales. Crónicas de éxitos, de fracasos, de playas vacías y de barcos voladores. Historias de ciudades encerradas en edificios y de edificios que viajaron en el tiempo. De cicatrices de hormigón y de castillos de cartón piedra. Historias de casas y familias. Historias de amor y de carreteras.

Lugares tan insólitos como un parque de atracciones dedicado a Jesucristo, un pueblo abandonado y devorado por el desierto o una ciudad hinchable. De todos estos alucinantes lugares y de muchos más que no alcanzan a imaginar dialoga Torrijos cada día en Twitter bajo el hastag #LaBrasaTorrijos y ahora también en este volumen.

Heritage USA, un parque temático dedicado a Jesucristo

Estaba en Carolina del Sur y llegó a ser más grande que Disneylandia. Tenía una versión a tamaño natural del Cenáculo, una tienda que reproducía la experiencia de ir de compras a un mercado de Jerusalén y la piscina de olas más grandes del mundo. Era el tercer parque más visitado de EEUU, con seis millones de visitantes anuales.

En realidad, Heritage USA pretendía recrear la atmósfera de los pastores evangélicos en la América de los años 70, del EEUU más conservador.

Desapareció porque, al parecer y según se demostró en un juicio, 126 millones de doláres que ingresaba la compañía cada año procedían de un esquema piramidal en el que el telepredicador robaba el dinero de los pobres y de los ricos para dárselo a sí mismo, además de por un lío de faldas y acoso que también salió a la palestra y del Huracán Hugo, que causó severos daños en varios edificios del parque.

La ciudad hinchable

Se llamó Instant City-ciudad instantánea- estaba en Ibiza y duró un mes de 1971. Su artífice es José Miguel de Prado Poole.
Tenía una sala común, un centro sanitario, un recinto de asistencia al diseño, un sistema de control de basuras, una calle principal, habitaciones para los asistentes y otras calles secundarias. A las juntas que unían las piezas para que no se escapase el aire las llamó "esfínteres", por sus evidentes reminiscencias obstétricas.

"El espacio que nos rodea no es más que un producto fruto de cómo nos relacionamos las personas. No es lo mismo el brutalismo soviético de la Guerra Fría que una ciudad en la amazonia brasileña en los años 20", explica Torrijos en una entrevista en 'La Cadiera' de Aragón Radio. “Las historias que generamos y que nos contamos genera un espacio físico”

Sí, construimos. Construimos una vida, construimos un amor, construimos familias, casas, carreteras, ciudades, aeropuertos y naves espaciales. Transformamos lugares en lugares nuevos. A veces son cambios mundanos. A veces son asombrosos. Y los hechos asombrosos se convierten en historias.