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OBJETIVO

Aeródromos en Aragón: diferentes formas de volar y un modo de vida en un entorno privilegiado

La Comunidad acoge hasta nueve aeródromos de diferente tamaño: ultraligeros, vuelo sin motor o vuelos en alta montaña son algunas de las opciones que atraen a visitantes locales e internacionales

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Ultraligero sobrevolando el paisaje de Torremocha de Jiloca. / Aragón TV

En Aragón hay nueve aeródromos repartidos por todo el territorio. Los hay con pistas diminutas, de fama internacional o en idílicos prados verdes. El programa de reportajes Objetivo, en su último episodio de la temporada, se acerca hasta algunos de ellos este sábado (13:25, en Aragón TV) para conocer estos espacios y las personas que trabajan en ellos.

Volar ha sido el sueño del hombre desde el principio de los tiempos y, en este sentido, los aeródromos aragoneses lo ponen fácil para conquistar el cielo. Descubrir todas las pistas que oferta la comunidad, una aventura para los pilotos más intrépidos. Arturo Polo lleva 22 años volando en el aeródromo de Torremocha de Jiloca (Teruel). Tienen una escuela de vuelo con la que enseñan a volar a la gente: "Cuando ya saben volar tenemos un club y somos unos veintitantos socios. Y organizamos salidas, un par de eventos y compartimos la pasión que tenemos por el vuelo".

Avioneta despegando en Torremocha de Jiloca. / Aragón TV

En este aeródromo, su especialidad son los ultraligeros, que son capaces de superar los 200 km por hora y alcanzan seis horas de autonomía. La instructora, Elisa Fernández, explica que funcionan como una autoescuela: "Consiste en aprobar un examen teórico y una vez que se ha aprobado pues bien la fase del examen práctico. Y cuando pasas las dos pruebas ya estás volando con una licencia de vuelo. Todo el mundo aprende, no tenemos a nadie que se haya ido sin aprender".

Para la instructora, el vuelo es algo "que se lleva en la sangre. Hay gente que ha nacido para volar. Y desde que son pequeños tienen juguetes que son aviones, les ha llamado la atención.

Santa Cilia: capital del vuelo sin motor

En la provincia de Huesca, al pide la cordillera pirenaica, en la Jacetania, está el aeródromo de Santa Cilia, donde disponen de la mayor flota de vuelo sin motor del país, entre una amplia oferta de actividades. Víctor Panadero lo ha vivido desde la infancia y con 16 años, es el piloto español más joven. "Yo empecé a volar en simuladores en mi casa a los 12 años. Me gustaba de antes, pero bueno.de alguna manera algo tenía. Vino a Jaca de vacaciones con su familia y descubrió el aeródromo jacetano, y "ese mismo verano" empezó a volar aquí. "Hay distintos sitios para volar en Madrid, pero como aquí ninguno", asegura.  

Lo que empezó como una aventura en los campamentos de verano que ofrece este centro, ha terminado en una vocación profesional. El siguiente objetivo lo tiene claro: obtener la licencia PPL (Private Pilot Licence) con la que poder volar avionetas. "Después me gustaría volver como remolcador, hacer horas y después hacer la comercial", explica. 

Víctor revisa un ultraligero en el aeródromo de Santa Cilia. / Aragón TV

Como él, 50 alumnos aprenden en la escuela y Paula Lamana ya ha conseguido ser piloto remolcadora, un papel fundamental para el vuelo sin motor. Paula es de Jaca, vive en Santa Cilia y, al igual que a Víctor, los aviones le llamaron desde muy pequeña. "Vivía aquí y cada vez que despegan, yo los oía. Y te vas aficionando. Y cuando tuve la oportunidad de estudiarlo, lo hice", explica. Remolcar consiste en enganchar a través de una cuerda el planeador y despegar. Subirlo a una altitud donde se sienta cómodo y ya se suelta. "Y se va a volar y yo vuelvo", concluye. Esta labor supone bastante responsabilidad: "En el despegue es una situación crítica. Estamos mirando todo el rato fuera porque hay muchos buitres, muchos pájaros, otros aviones, etc.".

El director del aeródromo, Luis Ferreira, se encarga de instruir a los jóvenes pilotos y destaca el atractivo de Santa Cilia entre el público internacional. "Nos hemos convertido un poco en la alternativa a los Alpes. Los Alpes es quizá la meca de este deporte. Y estábamos buscando nuevos horizontes y el Pirineo se está convirtiendo en lo ideal", explica Ferreira. Reciben aficionados de toda Europa, como Francia, Alemania, Reino Unido, Polonia, países del este, etc. "Se traen el planeador de su club por carretera y lo comparten en entre seis, siete personas y se pegan una semana volando", explica.

Vuelo en alta montaña desde Castejón de Sos

En el otro extremo del Pirineo aragonés, en Castejón de Sos, se esconde otra escuela, la que regenta Marlies Campo junto a su compañero desde hace 25 años. En este idílico paisaje del valle de Benasque, la especialidad es la alta montaña. Pistas que se encuentran por encima de los 2.000 y 3.000 metros en las laderas de la montaña.

Marlies Campo  explica que en este medio, todo cambia: "Cuando tú vas a aterrizar en una pista en pendiente te cambian todos los esquemas. Todo lo que te habían enseñado ya no te vale. Tienes que aprender esa técnica que es distinta. En una pista en pendiente tienes que ir hacia una pared y cuando no lo has practicado te pegas un susto". Campo explica que se suele utilizar un tipo de avión que tiene patín de cola o tren clásico. La diferencia, dice, es la posición. "Está mejor posado en el suelo pero ambos se pueden posar perfectamente". 

El vuelo en altura es la especialidad de Castejón de Sos. / Aragón TV

En Aragón no existen pistas de estas características, por lo que suelen cruzar a Francia para practicar. La recompensa supera al riesgo: "primero es el paisaje. Estás volando en un entorno muy bonito. Con montañas nevadas delante, una cabaña, etc. Son cosas que no encuentras en otros lugares, en otros aeródromos". Y añade: "Te obliga a ser mejor piloto porque tienes que estar muy atento, tienes que vigilar una serie de parámetros. Al final, es una satisfacción".