Aprender ballet a los 70: "Me pongo las zapatillas y todo desaparece. Solo se oye la música y soy feliz"

La danza es sinónimo de esfuerzo, disciplina y constancia, sobre todo para los jóvenes que trabajan a diario en escuelas y conservatorios para llegar a subirse algún día a un escenario. Este sábado se celebra el Día Internacional de la danza. Y, como nunca es tarde y el ballet no entiende de edades, en Zaragoza, medio centenar de mujeres de entre 65 y 84 años acuden cada semana a clase por puro amor al arte.

Las propias alumnas cuentan que han descubierto una motivación y algo que les sirve para mejorar el equilibrio y la coordinación. Muchas de ellas nunca habían hecho ballet, pero dicen que les ayuda incluso a mejorar la memoria al aprender y repetir los pasos. Además, es un ejercicio que les llena emocionalmente: "Me pongo las zapatillas y todo desaparece. Solo se oye la música y yo soy feliz", cuenta Carmen, una de las alumnas.

Esa ilusión la nota también la profesora de ballet del Centro de Danza, Mariola Gimeno. "El brillo de los ojos yo creo que forma parte de su experiencia vital. Son niñas de la posguerra, son mujeres muy mayores. A algunas  se les frustró la vocación por diferentes razones y se están agarrando a esta oportunidad que tienen. Hay veces que realmente me siento como un hada madrina, dando la posibilidad de que cumplan ese sueño", comenta Gimeno.