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SANIDAD

Aragón sumará dos búnkeres de radioterapia, las habitaciones que tratan el cáncer y protegen a los profesionales

En la Comunidad hay seis aceleradores lineales, todos en Zaragoza, y en breve se instalará uno en Huesca y otro en Teruel. Se ubican en espacios diseñados para impedir la salida de la radiación

ARAGÓN NOTICIAS /
El último acelerador lineal instalado en el Hospital Clínico de Zaragoza. / DGA.
icono foto El último acelerador lineal instalado en el Hospital Clínico de Zaragoza. / DGA.

Aragón cuenta en estos momentos con seis búnkeres de radioterapia, que se ubican en el Hospital Universitario Miguel Servet (tres) y en el Clínico Lozano Blesa (tres), en Zaragoza, pero en los próximos meses se instalará uno en el Hospital San Jorge de Huesca y otro en el nuevo hospital de Teruel. Se trata de salas especialmente diseñadas para albergar aceleradores lineales de electrones con los que se tratan un alto número de tumores y que evitan que la radiación salga al exterior.

El jefe del Servicio de Física y Protección Radiológica del Hospital Universitario Miguel Servet, José Antonio Font, detalla las características principales con las que deben contar estos búnkeres: "Suelen tener una altura mínima de tres metros, por los movimientos que tiene que hacer la máquina, y la superficie debe ser superior a 40 metros cuadrados. Se construye a base de hormigón, con paredes de entre 1,5 y 2 metros de grosor, lo que equivale a la cantidad de este material que se necesita para levantar un edificio pequeño de viviendas. Además, no pueden tener ventanas, ya que el vidrio debería ser tan gordo que no se podría ver a través de él. Para poder observar al paciente se instalan dos cámaras de vídeo". 

Generalmente, estas salas se ubican en los sótanos de los hospitales "por su peso", y cuentan con una puerta especial motorizada, a la que se le adhieren cinco o seis centímetros de plomo, y que llega a pesar 3.000 kilos. Además, aunque no es obligatorio, pero sí "conveniente", dentro se diseña un pequeño laberinto con un muro que impide que la radiación se "escape" por la puerta.

Como explica Font, la radiación que desprende un acelerador lineal es muy alta: "El equipo de menor energía es el de un dentista, que genera 10.000 voltios; luego está el mamógrafo, con 30.000 voltios, el cual no puede estar en la consulta de una casa y requiere de entre uno y dos milímetros de plomo en las paredes para blindar a la gente que está al otro lado". "Después, se pasa al TAC -continúa-, el rey de la energía, con 140.000 voltios, y que impide que nadie salvo el paciente esté dentro de la sala. Y de allí ya se da el salto a los aceleradores lineales, que disparan entre seis y 15 millones de voltios, por lo que se requiere una seguridad extra". 


Sala de control de un búnker del Hospital Miguel Servet de Zaragoza. / DGA.

Entre 550 y 700 pacientes

Desde el departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón indican que cada acelerador lineal trata anualmente entre 550 y 700 pacientes, a quienes se les aplica de una a 40 sesiones según el tumor que tengan. 

La máquina más reciente de la Comunidad se instaló el pasado mes de octubre en el Hospital Miguel Servet, y fue donada por la Fundación Amancio Ortega. Otros dos aceleradores de Zaragoza, que tienen 13 y 12 años respectivamente, se van a sustituir próximamente gracias a los fondos europeos. Además, el Hospital San Jorge de Huesca albergará el primer búnker de la provincia en los próximos meses, y también el nuevo hospital de Teruel contará con uno, lo que permitirá que tanto los pacientes oscenses como turolenses no tengan que desplazarse a Zaragoza u otros hospitales de alrededor para recibir las sesiones de radioterapia. 

Cada acelerador lineal cuesta en torno a 1.800.000 euros sin IVA, por lo que el coste final suele superar de media los 2.000.000 de euros. Está previsto que en toda España se renueven unas 80 máquinas de este tipo hasta septiembre de 2023 con fondos europeos. 

Mantenimiento

Los búnkeres requieren de un mantenimiento especial, tanto por el tipo de máquinas como por tratarse de una zona con riesgo de radiación. Por ejemplo, el servicio de limpieza, que entra todos los días, recibe "instrucciones concretas" para tocar la sala lo menos posible. Además, se prohíbe la utilización de líquidos, que podrían afectar al acelerador. 

Como señala el jefe del Servicio de Física y Protección Radiológica del Hospital Universitario Miguel Servet, es obligatorio tener un contrato a todo riesgo: "Normalmente, cuando hay una avería, se desplazan los ingenieros de la casa que lo fabricó para arreglarlo, y nosotros hacemos la verificación final". 

Habitualmente los aceleradores están diseñados para estar en funcionamiento un determinado número de horas al día, aunque a veces se supera: "En Estados Unidos y en el norte de Europa suelen trabajar de 08:00 a 17:00 horas, pero en todo el sur de Europa, al tener pocas máquinas, se trabaja de 07:00 a 22:00 horas, y también los sábados por la mañana", manifiesta el experto, que al mismo tiempo señala que esto provoca que se superen las dos o tres averías que "debería haber" al año.