Aragón tiene ya mil hectáreas de cultivo de pistacho y unos 150 agricultores dedicados a su producción

Los primeros pistacheros se plantaron en 2010 en Aragón. En aquel momento, comunidades como Castilla-La Mancha y Andalucía llevaban ya diez años de ventaja y comenzaban a recoger las primeras cosechas. Ahora, el cultivo del pistacho entre los agricultores aragoneses va en aumento y ya hay unas mil hectáreas dedicadas a este fruto en la Comunidad. 

"La mayoría de las plantaciones son muy jóvenes, tendrán unos cinco años", señala Ángel Morlanes, presidente de la Asociación de Pistacheros de Aragón (Apistar), en la que se agrupan 92 socios, aunque se estima que en la Comunidad hay unos 150 agricultores dedicados a su producción. 

Las parcelas más antiguas comienzan a dar sus primeros frutos con resultados "alentadores". "De una parcela como la mía, de secano, pueden recogerse hasta 850 kilos de pistacho pelado y seco", estima Morlanes. 

El precio en el mercado de este fruto varía dependiendo de su origen y de su variedad, aunque, por lo general, el kilogramo de pistacho se compra a los agricultores por unos cinco o seis euros, que puede aumentar hasta los ocho en el caso de los frutos de origen ecológico. 

Pocos gastos fijos y buena rentabilidad

"Hay de todo: agricultores con parcelas pequeñas y otros con 30 hectáreas. Entre todos los socios rondamos las 500 hectáreas, la mitad de las que hay aquí", indica Morlanes. 

"Muchos, la mayoría, eligen este cultivo por su alta rentabilidad y bajos costes", señala  Alejandro Bribián, agricultor de Cariñena con 11 hectáreas dedicadas al pistacho.

Lo cierto es que se trata de uno de los cultivos más rentables. Cada hectárea de terreno dedicada al pistacho supone una ganancia de unos 4.000 euros brutos, un margen elevado si se compara con el de las viñas, donde cada hectárea supone unos 1.500 euros. "Tiene bajos costes de mantenimiento, necesita poca mano de obra y pocos tratamientos contra plagas y enfermedades", indica el cariñenense. 

Pistachos.

El tiempo de espera entre la plantación del árbol y la recogida de la primera cosecha representativa es el gran hándicap de este cultivo. "Para tener una producción decente hay que esperar unos siete años. Es entones cuando se empiezan a cubrir gastos", explica el agricultor. 

Aragón estudia las mejores zonas para cultivar el pistacho

En colaboración con el Gobierno de Aragón, Apistar realiza un estudio en toda la Comunidad para conocer cuáles son las mejores zonas para el cultivo del pistacho. El proyecto, que tiene una duración de cuatro años, investiga la composición de los suelos y el clima mediante la instalación de 42 estaciones climáticas repartidas por todo el territorio. 

"Hay zonas de Huesca donde no se puede cultivar por el clima, porque el pistacho necesita muchas horas de sol y calor. Lo mismo pasa en el Jiloca o en Gúdar-Javalambre. La ribera del Ebro tampoco es apta. Allí hay mucha humedad y eso impide que el viento transporte el polen para polinizar los árboles", señala Bribián. 

En la Comunidad, la variedad kerman es la más común, seguida de la sirora y de la larnaca. Esta última es la más cotizada en los mercados europeos. "Italia no busca otra cosa. El pistacho larnaca es muy sabroso, aunque es más feo que los demás", explica el presidente de Apistar, quien incide en que el producto español está muy cotizado por su sabor y por sus garantías sanitarias.

El gran sabor y su calidad hacen de ese fruto una materia prima muy cotizada para los pasteleros y reposteros italianos. 

España busca, poco a poco, hacerse un hueco en los principales mercados de pistacho, que actualmente lidera Estados Unidos, en cantidad de producción, e Irán en calidad.

Por el momento, el 90% de la producción nacional se destina a la exportación a Suecia, Noruega y Holanda, países que por su clima frio no pueden producir el pistacho.