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'OBJETIVO'

Aragón, tierra de montañas

El 43% de la Comunidad está catalogada como montaña. Una gran parte de los aragoneses vive en y de ellas

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Imagen del reportaje 'Tierra de montañas' del programa Objetivo de Aragón TV.

Aragón es tierra de montañas. El territorio está salpicado de grandes cumbres nacidas, según las leyendas, del amor entre dioses o de las luchas entre gigantes. Las montañas son un medio natural tan bello como hostil. El 43% de la Comunidad está catalogada como montaña, con el Pirineo como máximo exponente. Para conocer a las gentes que habitan en el corazón de lo valles y que viven de las montañas, el programa Objetivo de Aragón TV se desplaza este sábado (13:25 h.) por el territorio de la mano de expertos y vecinos de los picos más conocidos. 

"Los picos que están en el corazón de las gentes son los que están enfrente de sus casas. Para Sallent de Gállego es Foratata; para Jaca es Oroel; para Sabiñánigo es Oturia y Santa Orosia; desde Huesca se tiene devoción por Gratal o el Tozal de Guara, y en Ribagorza es el Turbón el protagonista de todo", explica Sergio Sánchez, periodista y editor del libro 'Paisajes. La patria emocional'.

En total, la Comunidad suma 160 picos que superan los 3.000 metros de altitud. Todos ellos son los que definen el 'skyline' de Aragón, su paisaje y la identidad de sus gentes. "Lo que tenemos que entender es que las montañas desde las culturas prerrománicas fueron dioses, como Netú, que era el Aneto", señala Sánchez. "Hay una mitología de la montaña que tiene que ver con un espacio sagrado e inaccesible que hace que el ser humano se vuelva pequeño ante ellas y de alguna manera tienda a divinizarlas", comenta. 

Inaccesibles, pero no inalcanzables. La conquista de los Pirineos es reciente. La cumbre del Aneto fue pisada por primera vez el 20 de julio de 1842. En aquellos años, algunos ricos burgueses eran los únicos con medios suficientes para disfrutar del montañismo. Ahora, 13.500 personas integran la Federación Aragonesa de Montaña (FAM), entre ellos deportistas de todas las modalidades y amantes de la montaña en todas sus formas. 

"Además de picos, también tenemos los barrancos de la Sierra de Guara, las paredes de los Mallos de Riglos o las de Mont Rebei", recuerda Carmen Maldonado, gerente de la Federación Aragonesa de Montaña (FAM), que recuerda que para muchas personas las montañas son su lugar de vacaciones o su retiro de fin de semana, pero para otras muchas son su medio de vida y su hogar. 

"Nosotros, como montañeros, pensamos en deporte, pero yo creo que nunca nos tenemos que olvidar de los habitantes de las montañas. Tenemos que respetar su trabajo y su modo de vida y apoyarles porque, al final, cuando tú paseas por un camino tradicional es muy bonito imaginar que ese camino ha sido transitado por esas personas durante siglos, porque cada sitio esconde una historia bonita", recuerdan desde la FAM.

Historias tan bonitas como la de Peñarroya, en Teruel. En el Observatorio Astronómico de Javalambre cada noche se dibuja el mapa del universo. "Trabajamos en lo que sería cosmología, que significa observar el universo a muy gran escala. También se trabaja con el estudio de galaxias, lo que se llama evolución de galaxias, para ver cómo cambian a lo largo del tiempo, cómo se generan y se crean nuevas estrellas", explica Áxel Yanes, jefe de Ingeniería y Sistemas de Control del Observatorio Astronómico de Javalambre. 

Como Yanes, 50 personas viven su día a día en el observatorio. Unos calibran y ajustan la maquinaria de día, otros observan durante la noche. La cumbre cumple todas las condiciones para que realizar esta misión sea posible, tal y como señala el experto: "Primero, que haya poca contaminación lumínica, por eso de que Teruel y esta zona está bajamente poblada. La segunda es una atmósfera muy limpia; y la tercera condición es la poca turbulencia atmosférica, o,  lo que es lo mismo, el aire con distintas densidades de temperaturas genera turbulencias y aquí estas son mínimas", indica. 

¿Cuál es la montaña más alta de Teruel?

"En la provincia de Teruel siempre ha habido una pelea sobre cuál es la montaña más alta. Hace muchos años estábamos con Javalambre en 2.020 metros y Peñarroya, 2.019 m. Luego fue Peñarroya 2.024 y Javalambre 2.020. Ahora, el Instituto Geográfico Nacional da en sus fichas el Peñarroya con 2.028 metros", señala José Edo, concejal en Alcalá de la Selva. 

De nuevo, las cumbres marcan la identidad del territorio y de sus habitantes. También de su naturaleza. En ese entorno se encuentran los 'pinus uncicata', más conocidos como 'pinos moros'. Los que se encuentran allí son los ejemplares conservados más al sur de Europa. Estos, a diferencia del pino silvestre, son de una especie preparada para soportar cualquier temporal.  

"Si te fijas en la corteza, va en una línea inclinada, no va vertical", explica Edo junto a uno de los pinos. "Si miras el árbol en su conjunto tiene una tendencia a girar y es porque el tronco va girando conforme crece. Es una adaptación para resistir mejor el peso de la nieve, igual que las ramas son más cortitas que en otro tipo de pinos y están inclinadas hacia abajo para que si acumula mucha nieve, caiga y no se parta la rama", indica. 

Los árboles son tesoros escondidos. El ecosistema de las montañas en Aragón ha cambiado de forma constante, especialmente a lo largo del último siglo. En el caso del Moncayo permanecen los hayedos centenarios, que guardan sorpresas en cada uno de sus rincones.

De la preservación del paisaje se encargan los Agentes de Protección de la Naturaleza como Javier M.: "Este tipo de árboles tiene gran cantidad de musgo que crece en su tronco o en las partes bajas o las de más hacia arriba, incluso en las ramas. También se ven gran cantidad de líquenes, algunos son muy raros como la 'lobaria pulmonaria', que se encuentra en el Moncayo y es una rareza que se pueda observar", comenta. "En los árboles se ven grandes oquedades que pueden estar a distinta altura, y en función de su altura tienen una comunidad de fauna, de plantas y de hongos que es muy curiosa. Un árbol viejo, en sí mismo, es un universo de biodiversidad y de fauna", recalca este agente de protección de la naturaleza. 

Los excepcionales valores naturales de este entorno fueron reconocidos en el año 1927 por una Real Orden en la que se declaró el Moncayo como Sitio Natural de Interés Nacional. Una frontera natural por excelencia. "Aquí se ve muy bien su efecto de frontera entre la meseta y el valle, entre el reino de Castilla y de Aragón, entre las aguas del Ebro del Mediterráneo y del Duero del Atlántico y también del clima: el continental de las mesetas, el Mediterráneo del Ebro y por el norte, el clima oceánico que llega hasta aquí", señala el agente forestal.

Un paisaje que atrapa e inspira a todo aquel que se cruza en su camino. En 1858 lo hizo Gustavo Adolfo Bécquer. Allí se enamoró de Casta, pero también del Moncayo. Seis años después le dedicaría ocho cartas escritas entre los muros del Monasterio de Veruela

"Hay que recordar que Bécquer se ganaba la vida escribiendo en los periódicos, aunque eran textos literarios, era periodismo de la época", explica el periodista y escritor Miguel Mena, con el Moncayo de fondo. "En 'Cartas desde mi celda' es donde Bécquer habla de este entorno del Moncayo zaragozano y, muy particularmente, de Trasmoz, que es el pueblo que más veces aparece citado. Populariza la leyenda en torno a sus brujas y la mítica construcción de su castillo en una noche", recalca.