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Cancelaciones sorpresivas o números más caros: claves por las que fracasan los coleccionables

Los vendedores de prensa se quejan del "continuo incumplimiento" de las editoriales, mientras que desde la UCA aconsejan "conocer antes las condiciones". Hay colecciones de todo tipo, desde coches antiguos e insectos, hasta minerales o ganchillo

A. H. /
Quioscos y papelerías son los principales lugares donde se venden coleccionables. / Europa Press
icono foto Quioscos y papelerías son los principales lugares donde se venden coleccionables. / Europa Press

Los coleccionables siguen muy presentes hoy en día, y los hay de todo tipo de temáticas, ya sean de coches de época, minerales, aviones de la segunda guerra mundial, ganchillo, insectos o cuentos en miniatura. En ocasiones, los clientes que inician una colección dejan de hacerlo bien porque ha sido canceladas sorpresivamente, o porque se encarece el precio, generalmente después de los primeros números. Los vendedores de prensa se quejan del "continuo incumplimiento" de las editoriales, mientras que desde la UCA aconsejan antes de iniciar una colección "conocer previamente las condiciones". 

"Los coleccionables nos dan bastantes problemas. Una colección con unas 100 entregas puede llegar a valer más de 1.000 euros y hay que tener al cliente en palmitas, pero las editoriales dan un mal servicio, cancelan algunas colecciones sin avisar, o luego las vuelven a sacar, lo que nos afecta, porque somos quienes damos la cara ante el cliente", explica Juan Vicioso, presidente de la Confederación Nacional de Vendedores de Prensa de España (Covepres), de la que forma parte la Asociación de Vendedores de Prensa de Aragón. 

Como afirma Vicioso, las editoriales suelen hacen primero pruebas y sacan "dos o tres números", pero a veces no hay continuidad, y la gente se queda "tirada". Y añade: "Hacen esto para que la gente se suscriba. Pero, además, cuando una colección tiene venta y pega bien, normalmente la alargan 15 o 20 números, y ese alargar es exigir al cliente", matiza. 

Algo en lo que coincide Javier Fegueras, de la papelería Marqueta de Zaragoza. "El problema de los coleccionables es que cada vez son más largos y más caros. Además, en muchas ocasiones, cuando no les ha salido rentable, la paralizan", explica. 

Este vendedor destaca también que este tipo de consumo suele estar muy dirigido al público infantil. "Sobre todo, los que van dirigidos a los niños es lo que más se vende. Triunfan mucho los que son de unidades independientes, como los bichos. El número uno y dos los suele comprar el abuelo a los nietos, que son baratos, pero luego sube el precio, la gente se lo piensa mucho si seguir, y lo suele dejar", recalca. 

Concretamente, Figueras recuerda un cliente que llegó "hace unos días a la tienda", quien se planteó iniciar una nueva colección, pero desistió, asegura, ya que la última vez "le dejaron colgado y llegó a poner una reclamación". 


Los coleccionables se venden principalmente en los quioscos. / Eurpa Press

Los fascículos han dado paso a los objetos

En sus inicios, los coleccionables eran, principalmente, entregas por fascículos de libros, y cada uno representaba un capítulo, por lo que era necesario continuar la colección para seguir la historia y tener el libro completo. Ahora se basan más en objetos, en la gran mayoría unidades independientes, pero en ocasiones son partes que hay que ir completando. 

"Los coleccionables en los que hay que construir algo, y te van dando las piezas, son en los que más riesgo se corre", detalla José Ángel Olivan, presidente de la Unión de Consumidores de Aragón (UCA), quien recalca que algunas colecciones se interrumpen y el cliente tiene que suscribirse para poder terminarla. "Los problemas que suelen generar son siempre los mismos. Al principio hay una primera promoción que es barata, y luego, sobre todo los objetos, se encarecen y casi nunca se terminan completos".

Oliván aconseja "leer muy bien las condiciones", y saber cuántas entregas componen la colección, así como el periodo y el precio de las mismas. También considera deseable suscribirse, si existe mucho interés. "Si nos suscribimos podemos conseguir todas las entregas, ya que tienen la obligación, supuestamente, de dárnoslas. Si no, estamos al albur de que corten la edición", añade. 

El presidente de la UCA sostiene que este tipo de consumo suele tener un "público marginal", el cual compra "en su mayoría" en los quioscos, y que comienza la colección "al entrarle por los ojos el precio inicial".