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TRADICIONES

El renacer del ganchillo o crochet: de oficio tradicional a tendencia en las redes sociales

Se ha convertido en tendencia en Instagram o TikTok. Además, se ha demostrado que retrasa el desarrollo de enfermedades y ayuda en la ansiedad o la depresión

MADALINA PANTI /
Cristina, Blanca y Cynthia son algunas de las personas que realizan ganchillo en la actualidad.
icono foto Cristina, Blanca y Cynthia son algunas de las personas que realizan ganchillo en la actualidad.

Durante siglos, el ganchillo o 'crochet' ha sido una técnica muy popular para crear prendas y decoración en muchos hogares. Además, el valor del trabajo manual se transmitía como una tradición de generación en generación. Es el caso de Blanca de la Cruz, aprendió a los ocho años en su pueblo, Used (Zaragoza), junto a su abuela, su madre y su tía. "Los veranos en el pueblo era cuando más lo hacía, pero lo dejé de lado. En 2018 me trasladé a Sos del Rey Católico para trabajar y me uní a un proyecto que realizaban. Allí lo retomé", explica la joven. Y desde entonces ha continuado con su proyecto en Instagram (@miscelaneablanca_crochet), donde ha ido confeccionando accesorios, figuras, tops o llaveros. Su idea es crear un proyecto para enseñarlo a los más pequeños: "Creo que es momento de romper estereotipos y poder acercarlo a niños y niñas, porque no es algo exclusivo de las mujeres o la gente mayor". 

El caso de De la Cruz no es excepcional, pero en la actualidad, estas técnicas se han vuelto a popularizar gracias a las redes sociales. Por ejemplo en TikTok, el hashtag ganchillo tiene más de 252 millones de visualizaciones y el crochet, más de 11 billones. Han permitido que personas como Cristina Guallar (@crisguagua), farmacéutica de profesión, comiencen en esta afición gracias a los miles de videotutoriales. Con un libro, un kit de iniciación y un videotutorial la zaragozana comenzó a hacer amigurumis, -un acrónimo en japonés que se refiere a muñecos de 'crochet'-. "Me recordaba a mi abuela cuando hacía colchas y almohadas pero cuando vi esta versión más moderna, decidí empezar y he de decir que con bastante mano", afirma. 

Algunos de los amigurumis realizados por Cristina Guallar. / C.G.

Entre la afición y el negocio

Para De la Cruz o Guallar, el arte del ganchillo es una afición que se regala a los más allegados. "Los hago para bebés de mi entorno o mis hijos que me van pidiendo. Los regalo porque invierto tiempo en ellos y es especial", indica Guallar. Entre la multitud de materiales que existen para esta afición, De la Cruz indica que puede llegar a ser caro: "He comprado un colgador de ovillos o algunas piezas que cuestan más porque son más ergonómicos y tienen más calidad". 

Para la mexicana Cynthia de la Garza, afincada en Aragón desde hace 17 años, también es una oportunidad de negocio. Aprendió en el colegio de monjas y volvió a retomarlo estudiando un grado superior en diseño de moda y complementos. Hace siete meses decidió emprender (@delagarzadesign) y en la actualidad, tiene la agenda llena: "Hay un hueco en el mercado para estas cosas. Desde hace un par de años las marcas de 'fast fashion' han ido sacando artículos de 'crochet' aunque son productos caros. Gracias a los pequeños emprendimientos puedes tener un bolso por 20 euros sabiendo que es personalizado y que lo hace una artesana local". 

Las redes sociales son fundamentales, no solo para darse a conocer sino para crear comunidades. "Para el negocio las redes sociales de Instagram y TikTok son imprescindibles, son un gran escaparate si se utilizan bien", expresa De la Garza. "Para mí son esenciales porque no todo lo puedes aprender de un libro, un vídeo es más visual. Necesitas buscar ideas y compartir. Tenemos hasta grupos en Facebook", indica Guallar. 

Beneficios para la salud

Reconocen que es una afición que conlleva mucha dedicación de horas. Por eso es, precisamente, que muchos comenzaron a realizarlo en la pandemia. En 2018, la organización Knit For Peace elaboró una investigación que reflejaba que tejer ayudaba a ralentizar el desarrollo de enfermedades como la demencia senil, distraer del dolor crónico y ayudar a prevenir los síntomas de la artritis, o como tratamiento contra la ansiedad y la depresión. 

De la Garza afirma que, para ella, es como meditar porque se "abstrae del entorno". Y ha observado beneficios también para su hijo: "Lo he intentado con él, que tiene ya diez años y sí, le gusta aprender, aunque para ellos todavía es un poco complicado. Pero el rato que los sientas allí, para ellos, es una cosa maravillosa". Guallar también coincide en que le sirve para no pensar en los problemas o las tareas que hay que realizar. De La Cruz expresa que para ella supone estar presente: "Te obliga, de manera positiva, a estar allí contando los puntos y te ancla al momento". 

Todo ello hace plantear que quizás, esta actividad no sea únicamente una moda o tendencia del momento, sino que permanecerá en el tiempo. "Se puede alargar más en el tiempo con la filosofía del 'hazlo tú mismo' o por economía y sostenibilidad. Además, ahora hay más jóvenes con nuevas ideas, se renueva", concluye De la Cruz. "A mis dos hijos quiero enseñarles esto porque hay que ir más allá del género", afirma Guallar. 

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