Espeleología: amor por los descubrimientos bajo tierra y el estudio del subsuelo con fines científicos
Los más de 400 miembros de la federación aragonesa de este deporte colaboran con la Guardia Civil en caso de rescate
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La exploración de las cuevas y el subsuelo es algo más que un deporte. Los más de 400 espeleólogos que conforman la federación aragonesa realizan una labor que va más allá de lo lúdico. Son un grupo especializado en labores de socorro que conocen muy bien las simas aragonesas. Su amor por encontrar nuevas cavidades en los subsuelos montañosos permiten a la Guardia Civil disponer de su experiencia en caso de emergencia.
Hace unos días trascendieron las imágenes de un espeleólogo que tuvo que ser socorrido en las inmediaciones de Ansó. Allí, la Guardia Civil y la Federación Aragonesa de Espeleología colaboraron en su rescate. Accedieron a un espacio de poco más de un palmo, con temperaturas entre los 4 y 8 grados y un 100% de humedad. Pero, ¿qué hace a estos aficionados adentrarse en cavidades tan poco acogedoras?
No todos tienen la misma motivación. Ainhoa Ruiz, presidenta de los espeleólogos aragoneses, reconoce que, en su caso, el amor por el silencio y la paz fueron claves para que se aficionarse. Para Fernando Caro, director de Espeleosocorro, poder descubrir cascadas nuevas o espacios diáfanos bajo tierra donde cabe un estadio de fútbol no tiene precio.
Para su último trabajo necesitaron del esfuerzo de 70 personas que conocían bien el lugar. Ruiz alaba a los expedicionarios porque a través de sus incursiones se obtienen datos que posteriormente se utilizan en ciencia. Como los que se han recabado en el interior del macizo del Aspe.
Desde Espeleosocorro defienden que para la práctica de este deporte es necesaria la implicación de mucha gente. "No suele haber imprudencias, ya que partimos de unos estándares de seguridad muy elevados", argumenta Caro.
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