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ANIVERSARIO

La remodelación del paseo del Óvalo de Teruel que devolvió el protagonismo al peatón cumple 20 años

El proyecto fue diseñado por David Chipperfield, que acaba de recibir el premio Pritzker, considerado el 'Nobel' de la arquitectura

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Una persona paseando por el Paseo del Óvalo de Teruel.

Hasta el año 2002, el paseo del Óvalo de Teruel era un trasiego de coches, con zonas de aparcamiento y una gasolinera. Pero en septiembre de 2003, la imagen de la vía había cambiado por completo con una remodelación que devolvió el protagonismo el patón. El proyecto fue diseñado por David Chipperfield, que acaba de recibir el Premio Pritzker, considerado el 'Nobel' de la arquitectura.

La huella del arquitecto inglés, que ganó el concurso internacional que abrió el Gobierno de Aragón para la remodelación de este espacio, se puede comprobar, por ejemplo, en la construcción del ascensor que une los pies de la escalinata con la parte alta. Además, dejó el paseo con solo un sentido de circulación y una iluminación a ras del suelo conocida como iluminación de tortuga. Pero estos dos últimos aspectos no se conservan: las luces eran difíciles de mantener y el único sentido de circulación provocaba atascos. También hubo polémica con el pavimento, que se importó de la India y que se sustituyó al poco tiempo. Aun así el espíritu del proyecto de Chipperfield sigue vigente casi 20 años después de su inauguración.

"Aparcábamos los coches, había otro tipo de vida, otro tipo de movimiento", recuerda un vecino de Teruel a los micrófonos de Aragón TV, mientras que una mujer señala que había "aceras estrechas y mucha gente". 


Paseo del Óvalo de Teruel antes de la reforma.

La reforma del paseo dejó aceras más anchas y una iluminación cuidada. "Un espacio fundamentalmente para el peatón, en el que el recorrido de los coches se redujo lo máximo posible, con unas aceras impresionantes. Supuso un cambio fundamental para el centro histórico de Teruel", sostiene José María Sanz, arquitecto colaborador del proyecto del Óvalo.

Aunque, lo que realmente cambió la movilidad en el entorno fue el ascensor para salvar los 17 metros de desnivel desde los pies de la escalinata al balcón de la muralla. "Hacer una rasgadura monumental, enorme, a una escala totalmente desproporcionada para la escala humana, que te llama la atención, la curiosidad para acercarte a ella y cuando te acercas ves que, realmente, su techo va disminuyendo progresivamente hasta llegar a los ascensores, en el que ya hemos recuperado la escala humana a la que estamos acostumbrados para poder subir un ascensor", manifiesta Sanz. 

Entrada al ascensor desde la muralla.

El proyecto de remodelación del arquitecto inglés recibió diversos premios por su capacidad de integrar la reforma en el entorno. Y 20 años después, su espíritu y su diseño se mantienen.