Los municipios afectados por la riada del Ebro hacen balance de daños
Técnicos y especialistas analizan el paso de la crecida una semana después. Todos coinciden en apostar por medidas que minimicen al máximo las futuras crecidas extraordinarias
Con las riberas Alta y Baja recuperándose de la crecida del río Ebro, múltiples municipios evalúan estos días las afecciones generadas por la riada. Finalmente, las peores previsiones no se han cumplido y la crecida de este año no ha alcanzado la de 2015, que generó consecuencias devastadoras. El programa ‘Objetivo’, de Aragón TV, aborda este sábado (13:25 horas) los efectos de estos procesos naturales y, hasta cierto punto, manejables, según los expertos.
“Se intenta hacer algo de hueco antes de que venga la crecida. De esta forma, cuando llegue el pico de la crecida se va rellenando el embalse y, por lo tanto, aguas abajo esa crecida queda atenuada”, explica Javier San Román, comisario de Aguas adjunto de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).
El embalse aragonés de Yesa y el navarro de Itoiz han resultado fundamentales durante esta última riada. “En Zaragoza al final hemos tenido sobre 2.100 m³/s. Si no llega a ser por el efecto de estos embalses, habrían sido 3.100. Con esa cantidad, el barrio del Actur habría quedado con agua seguramente”, señala San Román.
A pesar de ello, en barrios rurales como Monzalbarba, Alfocea o Juslibol hubo que desalojar a 200 personas, mientras que 3.200 hectáreas quedaron completamente anegadas. En la ciudad de Zaragoza, el principal problema han sido las filtraciones.
Antes de que llegue la riada, existe un trabajo previo para intentar tener los caudales lo más preparados posible. En la mayoría de localidades, las labores se centran en las motas. “Algunas de ellas en los últimos años se han ido y aún queda mucho trabajo por hacer. Otras se han ido reforzando, sobre todo, las que protegen los cascos urbanos, que es el principal objetivo”, recuerda San Román.
"Se inundan nuestras empresas"
Hace seis años, en la ribera se vieron afectadas unas 15.000 hectáreas. La crecida, en su mayoría, anega las zonas inundables, parcelas que no están en desuso, tal y como explica Javier Fatás, miembro de la Ejecutiva de UAGA en Aragón. “Estas zonas que se inundan son nuestras empresas, son nuestras zonas de cultivo, eso hay que dejarlo muy claro. De ahí viene el desánimo y la frustración, cuando ves que avenida tras avenida no se hace nada. En cambio, sí que protegen zonas industriales, zonas urbanas, que es muy normal, pero, nuestros negocios son lo que tenemos aquí”, recuerda con tristeza Fatás.
Por su parte, el presidente del Colegio de Geógrafos de Aragón, Rafael Martínez, aboga por el estudio del río para tratar de minimizar los efectos de próximas riadas. “Vamos a tener que sentar a todos los actores, públicos y privados, para determinar qué acciones hay que tomar y procurar que en las siguientes crecidas, que las habrá, reporten las menores afecciones”, concluye Martínez.
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