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NOMOFOBIA

Más del 50% de los españoles sufre un miedo irracional a estar sin su móvil

El porcentaje de esta adicción se eleva al 77% en los jóvenes de entre 18 y 24 años

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Una joven maneja un teléfono móvil en la calle

Lo primero que hacemos al levantarnos de la cama. En el lavabo, durante el desayuno. En el ascensor, caminando por la calle, en la parada del autobús, dentro del tranvía y haciendo cola en la caja para pagar. Hasta en el coche. El teléfono móvil se ha convertido en una extensión de nuestro cuerpo y con él interactuamos por necesidad y también como un acto reflejo. Miramos la pantalla como nos atusamos el pelo o nos rascamos la nariz. 

Me da la sensación de que ha vibrado ¿Es el mío acaso el que ha sonado? Seguro que he recibido un mensaje. ¿Ha sentido un escalofrío si ha creído haberse olvidado el terminal en casa o en el trabajo? Acaso es lo primero que coge antes incluso que las propias llaves o, en realidad, es que nunca lo suelta. ¿Sería capaz de permanecer siquiera un rato alejado de su 'smartphone'?

Si se reconoce en alguno de estos comportamientos, puede que estar cerca de padecer nomofobia, del inglés 'no mobile phone', el miedo irracional a estar sin el teléfono móvil, que según diversos estudios ya padece el 77% de los jóvenes españoles de entre 18 y 24 años. 

El problema se identifica como el mal de nuestro tiempo. Una adicción compartida cuya gravedad se relativiza desde el mismo momento de su definición. "Lo miro pero sin obsesionarme mucho con él", "trabajo con finanzas también y entonces es muy importante el móvil". La indulgencia con nosotros mismos y los múltiples usos a que se presta el aparato forman la excusa perfecta para no desprenderse de él. Sin reparar en que podemos mirarlo más de cien veces al día. Y, lo que es peor, en muchas ocasiones sin motivo. 

"Te dan el móvil desde pequeña y ya se te hace muy difícil soltar el móvil", dice una usuaria. No le falta razón. En España, el 65% de los niños y niñas de entre 8 y 12 años ya dispone de un teléfono inteligente propio. Un porcentaje superior al que presentan otros países de nuestro entorno como Alemania y Francia, donde apenas llegan al 50%.  Y es que, ya sea mediante el uso de la pantalla móvil o delante de una tableta o un ordenador, pasamos unas siete horas al día conectados a internet. 

Las consecuencias no se limitan a la posible adicción, sino que pueden estar influyendo en el comportamiento, las habilidades para relacionarse y la capacidad de concentración de los más jóvenes. ¿Serán capaces de entablar una conversación con otra persona sin la muleta de la pantalla táctil?¿Podrán permanecer concentrados delante de un texto o escuchando una explicación?