Publicidad
SIN FIESTAS

Los feriantes y los empresarios taurinos, preocupados

Los feriantes y empresarios taurinos muestran su desacuerdo con la medida del Consejo Local, mientras que los espectáculos musicales se adaptan a las restricciones

ARAGÓN NOTICIAS /
Varias familias con niños subidos a una atracción (EP).
icono foto Varias familias con niños subidos a una atracción (EP).

La nueva prórroga de la suspensión de las fiestas patronales en Aragón, adoptada este lunes por el Consejo Local ampliado ante la incidencia de la sexta ola en Aragón, agrava la situación de algunos de los sectores más perjudicados durante los peores meses de la pandemia, principalmente aquellos que atraen un buen número de espectadores y concentran en el periodo estival el grueso de su actividad. 

Es el caso de los feriantes, obligados a parar durante un año y medio y que ahora, con la llegada del verano, confiaban en ver algo de luz. “Como si hubiéramos tirado el dinero a la basura”, reacciona Ángel Barata, presidente de la Asociación Provincial de Industriales Feriantes de Zaragoza y Teruel, solo unas horas después de conocer la decisión del Consejo Local ampliado. Se refiere a aquellos que, como él mismo, se han reactivado en los últimos meses e incluso han pedido créditos tras un año y medio de parón obligado por la pandemia. "No es justo que te obliguen a quedarte en casa. Tenemos que pagar nuestras letras como cualquiera", recuerda.  

Justo cuando este colectivo confiaba en vivir un verano “medio normal”, la medida adoptada ha roto sus ilusiones y los deja en una situación "muy comprometida".  “No entiendo la facilidad con la que deciden suspender las fiestas. Nos buscan la ruina y ni hablan con nosotros, simplemente prohíben y, oye, el que caiga, que caiga”, lamenta el también miembro de la junta directiva de la asociación nacional de feriantes.

En su caso, como en el de otros feriantes de la provincia, cuenta con el permiso del Ayuntamiento de Zaragoza para trabajar en Vadorrey durante este verano. Una ubicación de la que considera que será complicado moverse mucho. “Tendremos que buscarnos la vida y tratar de convencer a los ayuntamientos de los pueblos pequeños para montar aunque no se celebren las fiestas y el que sea valiente nos dejará”, contempla Barata para salidas ya previstas a localidades como Quinto, Fuentes de Ebro o Utrillas, entre otros. “Suelen venir gentes de otros pueblos vecinos, pero si no hay fiestas, no vendrán, y nosotros así no podemos trabajar porque los gastos de los seguros, del gasoil de los generadores o del alquiler de vallas nos comen y no resulta rentable”, lamenta. A la crisis que vive el sector se une la dificultad para encontrar una alternativa. "Muchas veces me dicen que busque otra cosa, pero adónde voy yo con 47 años si no sé hacer otra cosa que vender fichas y montar una atracción. Quién me va a contratar con mi edad", lamenta. 

Otro año "desesperante" para los espectáculos taurinos 

Otro de los sectores más perjudicados por la crisis sanitaria y las medidas restrictivas que se han ido adoptando durante estos meses es el que se dedica a los espectáculos taurinos. La nueva prórroga, no por no esperada, supone menos quebranto para ganaderos, banderilleros, recortadores y demás profesiones relacionadas. 

“El sentido común nos decía que no habría fiestas tampoco en septiembre, pero, como empresario y banderillero, lamento que el sector siga en quiebra técnica cerca de la ruina total”, lamenta Jesús Arruga, banderillero y gerente de Arruga y Tachelli, empresa taurina especializada en la organización de festejos taurinos populares y corridas de toros en localidades de la provincia de Zaragoza como Cariñena, Pedrola, Alagón o Tauste, entre otras muchas.  

Arruga ya salda otro año “desesperante” tras un 2020 muy malo y sin ninguna expectativa y la nula concesión de ayudas para empresas como la suya. Este año pueden acabar celebrándose medio centenar de espectáculos cuando en un año normal serían unos 2.200 en la región.

“Los eventos taurinos reducidos a 500 espectadores no resultan viables con ese aforo por los ingresos irrisorios que generan y, encima, el empresario taurino, al margen de las concedidas a la ganadería de bravo, queda fuera de las ayudas. Ni aparecemos en el epígrafe, se nos saltan, imagino que por desconocimiento”, lamenta. Una situación de la que se cumplen dos años y a la que sobrevive como puede haciendo frente a gastos de ‘leasing’, alquiler de naves y furgonetas, así como al pago de impuestos tirando de sus ahorros. 

Una crisis que no se circunscribe al parón que vive cada empresario o cada profesional, sino que transmite sus efectos. “Un evento taurino conlleva muchos puestos de trabajo y asienta riqueza en la hostelería y el comercio de los pueblos”, remarca Arruga. Esa “economía circular” que pasa también por el que se ocupa de la grúa o las gasolineras de la zona se constata también cuando piensa en los recortes de gasto que él mismo debe acometer. “Yo, afortunadamente, también soy banderillero de toros y llevo ocho festejos cuando podría llevar 50 (este miércoles estará en Huelva al lado del torero David Miranda). Por eso he evitado gastar en vestimenta porque un traje de luces puede salir por 3.000 y 4.000 euros, o en capotes”, explica.   

La música se adapta a la situación

Más esperanzadora es la situación para los espectáculos musicales. Desde la promotora artística Efecto Trébol, que representa a bandas como los aragoneses Delacueva y este verano gira con el musical ‘Fórmula Show’, su portavoz Raúl Sierra ya daba la noticia por descontada y confía en que las administraciones se animen a contratar eventos musicales con las medidas sanitarias establecidas. “He visto el revuelo, pero para nosotros no ha sido ninguna sorpresa”. Su empresa afronta un verano en el que tiene contratados 40 espectáculos, lejos todavía de los 80 que cerraron en 2019, pero mejor que los 15 que únicamente pudieron celebrar en 2020. 

“Vamos en ascenso, todavía no al nivel de lo que hacíamos hace dos años, pero es que 2020 fue mucho peor”, recuerda. Los espectáculos salen adelante con el control de los aforos, la distancia y la obligación de que los espectadores permanezcan sentados y con la mascarilla puesta, y la prohibición de comer, beber y fumar durante la actuación. Unas limitaciones que, sin embargo, no afectan al ánimo de los asistentes. “Vemos al público mejor que nunca. Están muy metidos en el espectáculo y aplauden desde el primer minuto, no como antes de la pandemia, cuando podías ver a mucha gente distraída”, comenta.