De bares y mujeres

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?, cantaba el grupo Burning. Y es que, durante mucho tiempo, el lugar de las mujeres en los bares fue el de "señoras de sus maridos" o "acompañantes de sus amantes". Estaba mal visto si acudían solas. Y, si además escribían libros, se ganaban una mala reputación.

La literatura, como los bares, nunca pareció históricamente un lugar para las mujeres. Concepción Arenal, las hermanas Brönte y muchas otras ocultaron su nombre para poder escribir. Por suerte los tiempos han cambiado, pero ¿ha sido suficiente? Esta es la reflexión que plantea Pregunta Ediciones en ‘De bares y mujeres', una antología de catorce relatos escritos por autoras de las tres provincias aragonesas, con portada de Óscar Sanmartín.

Hay autoras de las tres provincias aragonesas: Olga Asensio, Laura Bordonaba, Clara Castán, Begoña Fidalgo, Paula Figols, Chusa Garcés, Magdalena Lasala, Elvira Lozano, Rosa Martínez, Angélica Morales, Eva Pardos, Clara S. Mendívil, Laura Serrano y Marta Armingol. "Todas ellas han publicado en la editorial previamente, son autoras experimentadas, noveles, profesoras y libreras", explica la editora Reyes Guillén en una entrevista en 'La Cadiera' de Aragón Radio.

Cada mañana, una plaza de Las Fuentes se presta para la resistencia. Un grupo de seis o siete abuelas que viven en el barrio aparecen, a eso de las doce, ataviadas con sus mascarillas en la terraza de un bar. La camarera china las conoce bien, son clientas habituales, algunas siempre piden lo mismo, pero otras nunca saben qué tomar. Les ofrece Aquarius, café con leche, limonada y acaban pidiéndose una. Ninguna invita a no ser que sea su santo.

Tienen licencia para pagarse lo que quieran. Esas mujeres que cada mediodía toman la calle, no tienen prisa por volver a casa. Adivino en sus risas que ya no sienten el yugo de poner un plato caliente en la mesa a la una. Nadie las controla, nadie les dice lo que tienen que beber ni en qué cantidades. Y no faltan ningún día, a no ser que estén enfermas, tengan médico o se vayan unos días al pueblo.

Las escucho mientras hacen bromas sobre su libertad sabiendo que, de ninguna manera, iban a consentir ahora que les quitaran su horica del vermú.

Marta Armingol escribe ‘La cuenta’, a modo de prólogo. En estas palabras pone el foco en cómo hoy en día las mujeres entran y salen de los bares con total impunidad, del mismo modo que ocupan estantes en las librerías "aunque todavía tenemos que seguir alzando la voz", como afirma en la entrevista.

Laura Serrano firma ‘Una vida por bondad’, dedicado a todas aquellas personas que dejaron su país y a las que las ayudan a integrarse en el nuevo. La prueba irrefutable de que los bares pueden funcionar como espacios de integración para otros colectivos o grupos sociales que también luchan por su reconocimiento.