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DESDE EL 9 DE JULIO

117 muertos por los saqueos y disturbios en Sudáfrica

El Gobierno ha confirmado más de 2.000 detenciones. Además, unos 10.000 soldados controlan las calles de las principales ciudades

ARAGÓN NOTICIAS/AGENCIAS /
icono foto Presencia militar en las calles de las principales ciudades de Sudáfrica.

Un total de 117 personas han fallecido hasta este jueves en los disturbios y saqueos masivos que están teniendo lugar en Sudáfrica en los últimos días. Como consecuencia de las protestas, se han practicado más de 2.000 detenciones, según ha confirmado el Gobierno sudafricano.

Aunque en esta jornada aún se han reportado algunos incidentes y la situación es "volátil" en algunas áreas, la ministra sudafricana de la Presidencia en funciones, Khumbudzo Ntshavheni, ha asegurado en una conferencia de prensa que la situación está "más calmada" y que se está logrando restaurar el orden.

La región más afectada por el estallido de violencia es la oriental provincia de KwaZulu-Natal, donde el balance de muertos es de 91 y el de detenidos asciende a 1.478. En el otro gran epicentro de los disturbios, la provincia de Gauteng (donde están Johannesburgo y Pretoria), los arrestos se cifran en 725 y las víctimas mortales en 26.

La ministra también ha señalado que hay doce personas investigadas como presuntos "instigadores" iniciales de esta oleada de violencia -que el Ejecutivo sudafricano ha definido como un "sabotaje económico" al país- y que uno de ellos está ya en custodia policial.

Con la situación casi estabilizada y una presencia militar en las calles que ya asciende a 10.000 soldados, centenares de sudafricanos están dedicados a las campañas para limpiar las huellas de la devastación de los últimos días.

¿Qué pasa en Sudáfrica?

La oleada de incidentes comenzó el pasado 9 de julio, inicialmente en forma de protestas por el encarcelamiento del polémico expresidente Jacob Zuma (2009-2018) por desacato judicial, al negarse reiteradamente a declarar por corrupción.

En los siguientes días, los altercados se replicaron en otras zonas -especialmente en Johannesburgo- y se fueron tornando en una caótica oleada de disturbios y saqueos masivos, con turbas arrasando centros comerciales y tiendas, quemando edificios y vehículos y cortando carreteras y calles.

El estallido de violencia se veía alimentado por problemas sociales preexistentes, como la extrema desigualdad, el desempleo, los elevados niveles de criminalidad general en el país y el malestar por la pandemia de la COVID-19.

El propio presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, comparó el lunes pasado la magnitud de estos incidentes con los niveles de violencia que la nación austral vivió a principios de los años 90, durante la convulsa transición entre el sistema de segregación racista del "apartheid" y la llegada de la democracia (1994).