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SOCIEDAD

La moda vuelve a la delgadez: la talla 36 reina en las pasarelas y la 38, en la publicidad

Las agencias de modelos se adaptan a lo que exigen las marcas, que no suelen pedir modelos 'curvy'. Los intentos por ampliar el canon de belleza en la moda no han tenido el éxito esperado

TERESA P. ALBERO /
Imagen de archivo de un desfile de moda. / Canva
icono foto Imagen de archivo de un desfile de moda. / Canva

Cada año el famoso desfile de Victoria's Secret generaba amor y odio a partes iguales, dentro y fuera de las redes sociales. Los estándares de belleza que presentaba el famoso 'show' eran inalcanzables para el común de la sociedad, pero se erigía, temporada tras temporada, como sinónimo de cuerpo perfecto y de meta a lograr por las mujeres. En los últimos años, numerosos colectivos han abogado por una belleza "más real", esto es: un canon más abierto y heterogéneo, en el que muchas más personas puedan verse reflejadas. ¿Se ha logrado? Sí, si hablamos de publicidad, no, en el caso de las grandes firmas de lujo y las pasarelas. 

"Sí ha habido cambios, sobre todo en publicidad, lo que pasa es que la mayor parte del comportamiento social tiende a la conformidad. Eso hace que haya estabilidad, estructura. La sociedad no podría vivir siempre en revolución, aunque sí hay continuas luchas como el feminismo o los colectivos LGTBI", señala el sociólogo de la Universidad de Zaragoza Juan David Gómez Quintero.

En los años 60 comenzó la moda de las modelos muy delgadas, con largas y finas piernas y una cintura adolescente. Pero si hay una época que encumbró ese ideal fue la década de los 90, cuando nombres como Cindy Crawford, Claudia Schiffer o Kate Moss se relacionaban con el paradigma de belleza y delgadez. 

Ropa de temporada. / Canva

Esos estándares, como el conocido 90-60-90, se fueron popularizando, hasta llegar a las tiendas de ropa y a las revistas. Poco a poco esas medidas se restringieron todavía más, hasta que a comienzos de los 2000 la delgadez extrema se impuso entre las grandes firmas. El clamor social se intensificó, pidiendo que los cuerpos que desfilan en pasarela tuvieran más que ver con la salud que con la imagen. En 2006, la entonces pasarela Cibeles de Madrid sucumbió y estableció un Índice de Masa Corporal (IMC) mínimo de 18 para las maniquíes.

"Hubo un intento de cambio. Un movimiento que luchaba contra la delgadez extrema, porque había marcas que pedían medidas que solo podían cumplir personas enfermas o con una constitución excepcional", comenta Gloria Laguarda, 'booker' en la Agencia de modelos Globe, ubicada en Zaragoza.

A pesar de que movimientos como el "body positive" (aceptación del cuerpo) o la llegada a las portadas de más modelos 'curvy' (tallas grandes), las pasarelas siguen cerradas en banda a la idea de la diversidad corporal. "A esos niveles no se ha vuelto, pero sí a los estándares de los 60, de la delgadez", apunta Laguarda. 

Las faldas y pantalones de tiro bajo, los 'tops' hipercortos o los vestidos ceñidos han vuelto y con ellos la idea del cuerpo perfecto basado en la delgadez. 

Las agencias de modelos se adaptan a lo que pide la publicidad y la pasarela, que, por lo general, difieren. "En marcas de lujo, tanto en publicidad como en desfiles nos piden a chicas de máximo la talla 36, con caderas que no superen los 90 cm. Los diseñadores buscan resaltar sus prendas, no el cuerpo de la modelo", mantiene la 'booker'. 

"Nunca piden más de una 38"

En el caso de las marcas más comerciales y cercanas al grueso de la sociedad, las agencias suelen pedir modelos de talla 38 "delgadas, pero más normales". "En Aragón, el 85% de lo que hacemos son anuncios y buscan chicas saludables", insiste Laguarda. En el caso de las marcas de moda deportiva, la talla aumenta más allá de la 38. "Quieren que se vean sanas y deportistas", subraya. 

Con todo, ver a una mujer que utiliza pantalones a partir de la talla 40 es muy difícil, casi anecdótico, lo que convierte a esas ocasiones en hechos noticiables. "Nunca piden más de la 38", sentencia.

Y a pesar de que la 'normalidad' es una construcción social, que se tiende a pensar como algo natural, los cánones son más complicados de cambiar de lo que puede parecer. "La nueva tendencia que se imponga sacará unas realidades que se han ocultado, pero, sistemáticamente, ocultará otras. Las representaciones de la diversidad humana siempre terminan siendo reduccionistas, porque las imágenes tienden a sintetizar una tendencia y no se puede mostrar cada idea o factor diferenciador", expone el sociólogo.

Quién sabe si los cánones de belleza también se regirán por ciclos, como la moda, y volverán a estar en boga cuerpos como los de 'Las tres Gracias' de Rubens.