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TURISMO

Las segundas residencias se ponen a punto para el verano, en el que muchas localidades multiplican su población

Localidades como Benasque pueden multiplicar por cinco su población. Vivir allí en verano supone un esfuerzo económico para los consistorios y una responsabilidad para los visitantes

I. A. /
Muchas localidades de Aragón multiplican su població en verano.
icono foto Muchas localidades de Aragón multiplican su població en verano.

La llegada del periodo estival viene acompañado de una desbandada en grandes ciudades, especialmente en Zaragoza, con destino a los pueblos. Un 21,5% de los aragoneses tiene una segunda residencia, según el INE, y a eso se suman los vecinos de otras comunidades y extranjeros que eligen Aragón para adquirir otra vivienda. De esta manera, muchos lugares recuperan identidades familiares o simplemente se convierten en espacios nuevos de adopción en los que disfrutar de un descanso. En Aragón, localidades como Benasque, que tiene 2.200 habitantes censados, puede llegar a albergar en estos próximos meses a más de 8.000. Allí, un tercio de las casas son segundas residencias y sus propietarios deben acondicionarlas para vivir tras meses sin que hayan visto la luz.

"Muchos de los que vienen son gente de aquí que vive fuera y acude a pasar el verano", afirma el alcalde de Benasque, Manuel Mora. El punto de partida, añade, son las fiestas populares, y el grueso de la estancia "se concentra entre el 15 de julio y el 15 de agosto". Una de las cosas a las que se apela desde el Consistorio es a la "buena voluntad del visitante y al civismo". Aunque trabajan en la "elaboración de una normativa" que unifique, por ejemplo, los vertidos de residuos para que no generen una acumulación de mal olor. 

Jaca, ciudad de segundas residencias

Si Benasque, en proporción, es la segunda localidad de España con más viviendas de segundo uso, Jaca no se queda atrás. Allí casi el 30% del total de casas están cerradas buena parte del año. Cada año a finales de junio, Rosa Aliende sube desde Zaragoza a su segunda casa. Lo hace unos días antes de que desembarque su familia.

A ella le beneficia que "en Semana Santa suelan subir". "Si hace bueno aprovecho para quitar ya los edredones de cara al verano", afirma. Si ve que el tiempo no acompaña, lo deja "todo para junio". Uno de sus secretos es "adelantarse" a la marabunta familiar. "Si subo sola siempre es mejor, porque con gente por el medio es más difícil hacer limpieza", reflexiona. También tiene ayuda "externa" de una profesional que le echa una mano fuera de temporada para mantener "el polvo y los cristales" a raya.

Este tipo de alojamientos también suelen requerir con el paso del tiempo llevar a cabo algunas reformas. "La casa tiene 36 años y alguna cosa sí hemos tenido que retocar", dice Aliende. El gasto, en esta ocasión, fue para "adquirir un nuevo frigorífico y para arreglar la terraza". También advierte de que las segundas residencias se pueden convertir en nuestra Diógenes particular, donde se "guarda todo lo que ya no nos sirve para la vivienda de uso diario". Ella, por la experiencia acumulada, tiene pocos "miramientos para tirar cosas".