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EDUCACIÓN

Los peligros de relegar la escritura a mano en una sociedad cada vez más tecnológica

Al emplear lápiz y papel intervienen distintas áreas cerebrales, lo que supone un "aprendizaje único". Los expertos apuestan por combinar el uso de las pantallas con la escritura, así como aprender tanto las letras cursivas como las de imprenta

K. HERRÁIZ /
Los expertos apuestan por combinar la escritura a mano con la tecnología. / Canva
icono foto Los expertos apuestan por combinar la escritura a mano con la tecnología. / Canva

Las pantallas y la tecnología copan cada vez más espacio en la sociedad, tanto en los colegios y en la universidad, como en los puestos de trabajo o en el hogar. Esto hace que cada vez se escriba menos a mano, e incluso que su aprendizaje no sea el adecuado, dejando así de lado una actividad ancestral que supone un "aprendizaje único", destacan los expertos, en la que intervienen distintas áreas cerebrales, como son la motora, la visual y la cognitiva. 

"La escritura a mano es esencial, es la manera con la que conseguimos la evolución de la humanidad, es una condición superior, un aprendizaje único, que parece sencillo, pero en el que intervienen muchas áreas cerebrales", explica Cristina López Borroy, psicóloga y experta en grafología infantil.

López Borroy apuesta por combinar la escritura con las pantallas: "Cuando estamos escribiendo en un teclado le damos a la tecla apropiada y ya está, pero cuando escribimos a mano estamos haciendo trabajar a todo el cerebro. Recorremos una página en blanco con un bolígrafo y, al tiempo que interviene la cognición, activamos el área motora, porque tiene que llegar la información a la mano, utilizamos el área visual, y esa coordinación de mano-cerebro, ojo-mano, incide en el uso del espacio gráfico, algo que los niños no tienen integrado hasta los 11 años".

Quienes en su día aprendieron a escribir a mano nunca lo olvidarán, pero si no se ha aprendido adecuadamente, o no se practica, sí que se puede llegar a perder calidad. "A mi consulta también vienen muchos adultos que quieren reaprender a escribir, porque para ciertos trabajos tienen que escribir y no quieren que les vean cómo lo hacen", resalta la psicóloga. 

Por otro lado, López Borroy cree que cada niño debe tener un aprendizaje de la escritura "acorde a su desarrollo evolutivo", y ve esencial que se combine el aprendizaje de la letra cursiva (ligada), con la letra de imprenta (separada): "En un sistema educativo como el actual tenemos que innovar el aprendizaje de la escritura, de tal manera que combine la sencillez de la letra de imprenta con la de la cursiva".


Una persona escribiendo en un cuaderno. / Canva.

Antiguamente reservada a clases privilegiadas

La escritura a mano estaba antiguamente reservada solo para clases privilegiadas, como destaca Alicia Silvestre, profesora de Lingüística General e Hispánica de la Universidad de Zaragoza. "La tarea del escriba en el antiguo Egipto era para castas privilegiadas y se heredaba, tenían hasta un dios. La alfabetización masiva a partir del siglo XIX implica el aprendizaje de unos signos arbitrarios que transcriben letras y, juntándolas, palabras. A su vez, uniendo esas palabras en frases y esas frases en párrafos, organizamos el discurso, pero también el pensamiento. El riesgo de dejar de escribir a mano es menor frente al más grave de dejar de escribir, sea a máquina o dictándolo a una aplicación de transcripción, ya que pensamos con palabras". 

En este sentido, Silvestre considera que la disminución de la lectura y escritura de textos largos "acarrea una dificultad para hilvanar ideas, relacionarlas y profundizar en ellas, como hacían los antiguos retóricos en sus debates y dialécticas".

Además de la introducción de los dispositivos electrónicos en muchos colegios, es habitual ahora que los universitarios tomen los apuntes a ordenador, con lo que ello conlleva. "Las ventajas de tomar notas radican en que así el estudiante se asegura de escuchar activamente lo que dice el profesor, evitando distracciones. Sobre todo, requiere que piense en lo que está escribiendo y con ello realiza operaciones cognitivas de gran magnitud: al formular en nuestras propias palabras ganamos habilidad para sintetizar contenidos, y aprendemos a distinguir los que son accesorios (como ejemplos, repeticiones o anécdotas) de la información fundamental (como definiciones y tipologías)", remarca la profesora.


Muchos universitarios toman apuntes a ordenador. / Canva 

Para Silvestre, el "problema" de dejar de escribir a mano no es tanto motor, sino cognitivo y mnemotécnico: "Según la Curva del Olvido de Ebbinghaus, en 24 horas al salir de clase el cerebro habrá olvidado más de la mitad de lo que recordaba al final de la clase. En una semana, alguien que toma notas y las revisa tres veces recuerda casi todo, mientras que quien no revisa sus notas olvida todo en absoluto. Tomar fotos de la pizarra, aparte de no estar permitido, no es efectivo". 

Finalmente, la lingüista considera que no hay que denostar las tecnologías, pero sí apuesta por reflexionar para hacer un uso ético y eficiente de ellas. "El peligro de la velocidad y de la facilidad es que nos acomodamos. El hecho de que otros (o una IA) escriban por nosotros, o incluso piensen por nosotros en aras de una mayor rapidez, nos aboca a un empobrecimiento seguro. Usémoslo para procesos mecánicos, generales, pero prefiramos siempre revisar y generar personalmente. Deleitémonos, por qué no, en cursos de 'hand lettering' o de caligrafía oriental que es todo un arte de meditación", concluye Silvestre.